martes, 10 de marzo de 2020

Mi abuelo

Hay sonidos grabados permanente en mi memoria que se mezclan con diferentes aromas que trataré de identificar. 

Lo primero que recuerdo es el mole verde, pasta de fideos del mercado, chiles y cocoa. Están guardados en la alacena de mi abuela instalada en un mueble que también tiene libros y un botiquín. Todas las medicinas juntas forman un mismo olor. Así olían los libros: a alacena, medicina, madera y hojas.

Los sonidos son de casa llena los fines de semana, un televisor encendido. Aunque también llega ecuerdoa mi mi mente el fonógrafo, la estación de radio favorita de mis abuelos. Si pongo atención, puedo recordar perfectamente el sonido de los trastes que mi abuela que no podía dejar de lavar y un poco más lejos el sonido de una olla express. 

Lejos de la cocina, en la habitación de mis abuelos los sonidos se sofocaban. Uno podía encontrar más libros ahí, pero estos tenían olor a la herramienta minuciosamente clasificada por mi abuelo.

Aquí está el recuerdo específico que busco. Los sonidos sofocados de una casa llena un domingo al anochecer en medio del clímax de las conversaciones de mis tíos y tías de risas escandalosas, un grillo en la habitación acompañando la voz de mi abuelo leyendo para mí hermana y para mí.

Un abuelo que consiente con galletas e historias de aventuras. Sonidos y aromas de los mejores momentos con mi abuelo.